Entusiasta, constante, tenaz, generoso a la hora de compartir su experiencia. Ya durante los estudios impartía conocimientos a sus propios compañeros. El Dr. Jesús Toboso, PREMIO A LA INICIATIVA PROFESIONAL del COEA en la VI Gala de la Salud, es un colegiado alicantino que se licenciaba en Medicina y Cirugía por la Universidad Central de Barcelona en 1987. A continuación, y porque su vocación era firme desde sus 16 años, estudiaba Odontología en la Universidad Iberoamericana de la República Dominicana. También tiene un Máster en Implantología por la Universidad de París-VII, es miembro de ICOI de Nueva York y titular de cuatro patentes relacionadas con implantes y prótesis. Esta faceta suya, la de inventor, le llevó a crear la empresa Eckermann, de la cual es ahora su director científico. En su clínica de Orihuela, su ciudad natal, ejerce la profesión aplicando sus máximas. Y para él, lo complicado es un reto. 

¿Por qué en Orihuela un negocio tan interesante como el suyo, después de haber estado incluso trabajando en Barcelona?

La razón es que yo soy natural de Orihuela y tengo familia, hermanos y mi esposa también, y tiene a su familia aquí también. Es una ciudad extraordinaria para vivir y esa es la razón para ejercer aquí, pero aún antes de tomar la decisón de ubicar mi sitio definitivo en Orihuela yo trabajé, hice carrera de Medicina en Barcelona y tuve una oportunidad muy buena de ejercer allí, en una ciudad con más posibilidades, pero en el tema de mi formación profesional fui un afortunado. Era estudiante de Medicina y tuve la suerte de que mi primo hermano, natural de Callosa, era jefe de servicio en el Hospital Clínico de Barcelona. Además, era el profesor de Estomatología y tuve la oportunidad de empezar a trabajar con él. Daba clases de Cirugía e Implantología. 

Usted ha trabajado también para la Seguridad Social. ¿Cómo ha sido esta experiencia?

He tenido la posibilidad de realizar Odontología pública en atención primaria y especializada, más de 20 años. Para mí ha sido una experiencia muy enriquecedora. En Odontología podríamos hablar de cuatro pilares básicos. La práctica pública, la privada, la investigación y la docencia. Realmente mi inquietud me ha llevado a estar en todas estas facetas y quizás sea la docente, la docente reglada o universitaria, la que menos he trabajado, pero también he mostrado mis patentes y experiencias en congresos, conferencias y en cursos.

¿Qué considera que lo diferencia a usted como profesional?

Quizás lo que me pueda diferenciar a mí del estándar de odontólogo es mi inquietud por mejorar los procedimientos en los trabajos convencionales. Con 23 años, en Barcelona, presenté mi primera patente, un instrumento odontológico, no de implantología. Con esa edad ya estaba interesado en presentar estas patentes y ahora tengo un hijo de 23 y mi vida y la suya son muy diferentes. La inquietud no es la misma por la profesión y eso me llama la atención. En ese momento tenías ilusión por perfeccionar los instrumentos y los procedimientos que veías, hasta el punto de poder hacer un modelo de utilidad pública y poder presentarlo en la oficina de patentes. 

¿Cuántas patentes tiene?

Cuatro. Un modelo de utilidad pública y tres patentes, exactamente. La primera de 1983. Esta patente me sirvió como tema para hacer el doctorado en Odontología en la Universidad de la República Dominicana e incluso me sirvió para dar clases a mis compañeros al gustarle tanto a los profesores de Cirugía. Aun conservo un recibo de mis honorarios como profesor de mis propios compañeros, por unas clases que les di de Extracción de restos radiculares. Inventé un pequeño dispositivo para extracción de pequeños restos radiculares sin necesidad de cirugía. 

Después sus patentes se dirigieron hacia la Implantología…

Efectivamente. En 1993 hice la primera patente de Implantología. Y la última, que se está desarrollando con más éxito es el concepto del Easy Link, un dispositivo para fijación de prótesis que combina todas las ventajas de las prótesis cementadas y todas las ventajas de las prótesis atornilladas. Es decir, es estético y reversible a la vez. Esta patente, que tiene tres años, tiene mucho éxito.

Siempre inventando...

Siempre hemos ido evolucionando (–Nos vuelve locos–, dice una de sus hijas). Ahora, Eckermann ha centrado toda su actividad en Almoradí, donde tenemos la fábrica y donde damos trabajo a unos 50 profesionales, entre ellos 17 comerciales repartidos por toda España. No paramos de crecer, abordar nuevos campos. Ahora mismo estamos en pleno desarrollo de la nueva faceta digital del Cad-Cam, con un equipo de gente de la provincia muy especialista. Hemos tenido que contratar a un director general ejecutivo. El negocio ha crecido muchísimo.  Tenemos contratados 50.000 implantes para Arabia Saudí en cinco años. También hemos firmado contratos en México. Eckermann está adquiriendo otra dimensión.

¿Le gusta que le llamen inventor?

Me parece bien. La vocación por la profesión odontológica me vino muy temprano y creo que en su ejercicio me defino como un gran entusiasta de la profesión, hasta el punto de contagiar a mis dos hijas para que ya sean odontólogas. El marido de mi hija mayor es director comercial en la compañía de implantes, el novio de la pequeña también trabaja en la empresa. Hay un imán que se transmite y es una cosa natural. Mis pacientes también lo notan. Intento perfeccionar siempre los procedimientos. Estamos muy al día con las nuevas tecnologías: Introduciendo ya mejoras informáticas, el nuevo camino de la odontología, porque hemos pasado ya varias etapas y esas son las dos facetas que nos van a poder ayudar, los nuevos materiales y la informática. Es nuestro futuro.

Publicidad engañosa, plétora profesional, masificación de ofertas, crisis económica. ¿Cómo le está afectando?

Es un tema complejo, pero a mí personalmente la crisis no me está afectando. Estoy ganando en calidad de vida y hago trabajos más selectivos, pudiéndole dedicar más tiempo a mis pacientes. Este boom publicitario es evidentemente negativo para la profesión, pero también ha motivado a los pacientes a darse cuenta de la mayor necesidad de cuidar su salud. 

En Orihuela, en concreto, han desembarcado grandes empresas con sus ofertas y demás. Pero a mí me va casi mejor, porque por cierta desconfianza los pacientes vienen a buscar una segunda opinión. Y eso me favorece, por mi experiencia, ven los equipamientos, tipo de servicio, no tienen el agobio de firmar aquí o allá para conseguir la fincnación y, al final, muchos tratamientos que hacemos tienen su origen precisamente en la publicidad de estos negocios de grandes ofertas. 

¿Qué le parece que el Colegio impulse una clínica solidaria?

Yo he vivido la profesión en el hospital y allí siempre ha habido beneficencia. Hay unos mínimos que hay que atender a la gente. Me parece una idea muy solidaria y muy buena. La Seguridad Social tiene muchas limitaciones en cuanto a presupuesto, materiales, tecnología… Las atenciones a niños hasta los 15 años son amplias y quizás es en los adultos donde se hace una odontología más mutilante, de solucionar problemas de urgencia. Pero también es un asunto muy complicado políticamente. Hace muchos años se les proporcionaban a los pacientes gafas y dentaduras..

¿Qué le parece que el colegio y sus compañeros de profesión le reconozcan con un galardón el entusiasmo que pone en su trabajo?

Me parece un honor. Humildemente creo que es un reconocimiento a la constancia, a la seriedad. Mis compañeros me conocen como una persona con iniciativas y emprendedora. Es un reconocimiento a que mi trabajo no es nada efímiro, tiene continuidad, seriedad. Creo que todo el mundo sabe que Jesús Toboso nunca ha hecho proyectos simplemente lucrativos, nunca he copiado una idea de éxito para ganar dinero. En mis investigaciones siempre ha habido avances e innovaciones. Al principio no pensé en montar un negocio (Eckermann) con esto, sino más bien en desarrollar unas iniciativas y colaborar con multinacionales donde pudiera yo aportar mis patentes. Pero nadie quiere apostar dinero por proyectos ajenos. Yo me vi en una situación muy comprometida, habiendo gastado mucho dinero, pero si no tenía una industria donde se pudiese materializar todo se iba a quedar en nada. 

¿Usted tiene pacientes o clientes?

Pacientes. Por su puesto. La medicina y la odontología son vocacionales. Yo me siento mucho más realizado cuando soluciono problemas de cierta complejidad que de ninguna otra forma a nivel profesional. Mis hijas me dicen a menudo que no me meta en casos muy complejos, pero si no los hacemos los que tenemos cierto nivel y cierta experiencia…., ¿quién los va a hacer? Los odontólogos estamos para resolver esos casos difíciles. Tenemos que abordarlos. 

¿Qué mensaje les transmitiría a estudiantes y recién licenciados? 

Yo tengo dos hijas odontólogas. En el Colegio hemos convivido estomatólogos y odontólogos. Los primeros son médicos y los otros no. Ya sólo por eso llegas al ejercicio con una edad o con una formación, una madurez, una experiencia de formación médica. El odontólogo acaba la carrera con 22 años y no es lo mismo en cuanto a madurez. Les falta experiencia. Mucha gente acude enseguida al posgrado. A mí, de buenas a primeras, eso no me gusta. Primero deben conocer durante unos años la realidad de la profesión y luego que hagan un posgrado con un poco más de madurez. De la facultad se sale un poco despistado y si enseguida te pones a seguir estudiando no coges la globalidad de la profesión. Si tienes la posibilidad de adquirir esa experiencia con un familiar, con un amigo... Mucho mejor. 

¿Alguna cosa que quiera añadir?

Sí. Me gustaría decir con orgullo que he dedicado mi vida a una vocación. Soy odontólogo porque a los 16 años me nació la vocación y el hecho de hacer Medicina primero, para después Odontología, fue un protocolo. Para mí antes fue la vocación de odontólogo. Considero que la profesión es muy artesanal. Hay que ser habilidoso y tienes que tener una experiencia, una formación y unas cualidades manuales importantísimas. Creo que reúno ese conjunto de aptitudes y a ellas les sumo la inquietud de perfeccionar al máximo las técnicas, tener un espíritu de superación. 

¿Ha recibido ayudas, subvenciones, para desarrollar sus patentes?

Ayudas de I+D no he recibido prácticamente nada, he viajado al extranjero, he invertido mucho dinero en tecnología y materiales. Pero siempre he considerado que el mérito está en la tenacidad, en la constancia para llegar a conseguir unas metas... Y en el entusiasmo. De esta manera he desarrollado en mi última patente un concepto tan completo e interesante que yo les digo a mis compañeros que si esto se desarrolla completamente se necesitarán dos asignaturas de un curso cada una para comprender todas las aportaciones que puede hacer mi invento. 


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