El Libro Blanco del Consejo General de Dentistas, del que forma parte el Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de Alicante (COEA)  y la Fundación Dental Española refleja que el 46% de los padres considera que sus hijos no tienen ningún problema de salud oral. Sin embargo, en España, el 31% de los niños menores de 6 años tiene caries. Es decir, 7 millones de dientes de leche están afectados. Además, entre el 80 y el 90% de las caries no ha recibido el tratamiento necesario. 

Esta encuesta poblacional también señala que solo el 71% de los padres afirma haber llevado a su hijo al dentista en el último año, una cifra que desciende con respecto a 2015, cuando era del 82%. Es especialmente preocupante que, en el grupo de 2 a 6 años, solo el 32% ha ido alguna vez a revisión odontológica.

 

El Consejo General de Dentistas y el COEA recuerdan la importancia que tienen los dientes de leche por varias razones: son imprescindibles para la masticación y deglución, actúan de guía y guardan el espacio para los dientes permanentes que saldrán más tarde, permiten una correcta pronunciación y tienen un papel muy relevante en la autoestima del niño.

 

Además, hay que desterrar la idea de que no hay que tratar las caries de los dientes de leche porque se van a caer. Si no se tratan, pueden originar infecciones, provocar la pérdida del diente y crear problemas posteriores. De hecho, las bacterias de las caries de los dientes de leche pueden afectar a los dientes definitivos, produciendo caries también en estos.

 

Por eso se recomienda iniciar las revisiones odontológicas a partir del primer año de vida, para detectar caries tempranas. En algunos casos, el dentista aplicará selladores de resina en las fisuras de algunos molares para evitar la aparición del 70-80% de las caries. Estos selladores convierten la fisura en una superficie lisa, facilitando su limpieza y dificultando que crezcan las bacterias. En aquellos niños que presenten más riesgos de caries, el facultativo decidirá si también es necesario aplicar un barniz de flúor para proteger los dientes.

 

Asimismo, es aconsejable acudir al dentista si se observan anomalías en la erupción de los dientes, pues muchas veces se adelantan o se retrasan más de la cuenta, o salen los definitivos sin que se hayan caído los de leche. La mayoría de las veces, si se detecta a tiempo, el problema tiene fácil solución.

 

Un buen momento para ir a revisión es después de las vacaciones, antes de empezar el colegio. Durante el verano se suele descuidar la higiene bucodental y el dentista podrá detectar y tratar las pequeñas caries que hayan aparecido. Hacerlo estos días evitará el absentismo escolar y laboral.

 

La importancia de unos hábitos saludables

 

Para evitar la caries es fundamental mantener unos hábitos adecuados de cepillado dental y de alimentación. Y es preciso seguir una serie de consejos:

 

-Antes de que erupcione el primer diente, se aconseja limpiar las encías del bebé con una gasa humedecida con agua.

 

-Desde que aparece el primer diente de leche, alrededor de los 6-8 meses de edad, es muy recomendable empezar a limpiarlos con un cepillo pediátrico, con una mínima cantidad de pasta dentífrica fluorada (tamaño de un grano de arroz).

 

-A partir de los 3 años de edad, deben realizarse, al menos, dos cepillados al día con pasta fluorada (cantidad equivalente a un guisante), uno por la mañana y otro antes de irse a dormir. Hasta esta edad, el cepillado debe ser efectuado por los padres.

 

-Entre los 4 años y los 6, el niño debe aprender a cepillarse bajo supervisión.

 

-En la etapa de los 6 a los 12 años se completa la dentición permanente, por lo que es sumamente importante reforzar la higiene dental. Se aconseja cepillar los dientes con pasta fluorada (tamaño de un garbanzo) después de las comidas o, como mínimo, por la mañana y por la noche, durante dos minutos. Además, en estas edades pueden aparecer problemas de malposición dentaria que el dentista deberá valorar.

 

-En cuanto a la alimentación, es recomendable seguir una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, pescados y aceite de oliva, minimizando el consumo de azúcares y grasas.

 


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